La dinastía timúrida patrocinó la construcción de palacios, mausoleos y monumentos religiosos por toda la región.
A veces, el interior estaba decorado de manera similar, con pinturas y relieves en estuco que proporcionaban un embellecimiento adicional.
[8] Abundan las cúpulas dobles de varias formas, mientras que los exteriores están adornados con colores brillantes.
[12][13][14][15] Los jardines creados en el período timúrida sobrevivirán a la caída del imperio, estableciéndose también durante el paréntesis mogol.
[16] Los restos del palacio de Shahrisabz, Aq Saray, también descritos en escritos contemporáneos, han sobrevivido hasta nuestros días.
Las edificaciones importantes como el Gran Bazar y la Ciudadela se construyeron en esa época, pero la necrópolis de Shah-i Zinda incorporó en su diseño las tumbas más antiguas.
Se pueden mencionar dos destacados edificios, ambos ubicados en Samarcanda: la mezquita Bibi Khanum y el mausoleo de Tamerlan (o Gur-e Amir).
El monumento más importante es sin duda la tumba de Shaykh Ahmad Yasavi, construida en Turkestán entre 1394 y 1399.
A pesar de esa importante etapa constructiva, no se buscó la coherencia entre todas las tumbas, que son simples cubos bajo cúpulas.
Incluye en particular una madrasa-mausoleo construida por Qavam al-Din Shirazi entre 1417 y 1437 por encargo de la esposa del sultán, Gawharshad.
Su hijo Ulugh Beg, mientras tanto, construyó un gran observatorio en Samarcanda, que es aún hoy se conserva parcialmente.
Una madraza, frente al Registán, la plaza central de Samarcanda, fue construida por orden suya entre 1417 y 1421.