En algunos casos los estilos historicistas se asociaban a la función del edificio, por esta razón no es raro encontrar que los palacios se hicieran en estilo neoplateresco, las iglesias en neoclásico o neogótico, las fábricas en neomudéjar, etc. Cada nación europea pudo elegir la arquitectura de "retornos" estilísticos que le evocara su propia identidad, que permitiera reivindicar aspectos artísticos nacionales.
[7] Con este espíritu se presentaba la delegación española capitaneada por José Urioste a la Exposición Universal de París en 1900.
[3] El éxito de la delegación hizo que durante casi dos décadas posteriores el neoplateresco fuese el estilo elegido por sus representantes.
[10] En muchas ocasiones no se trata de un neoplateresco puro, sino que queda mezclado con reminiscencias neocoloniales.
En algunos casos se hibrida con otras formas de la arquitectura renacentista y barroca española.