Fueron sus padres un emigrante español, José Lugo Padrón, y una afrocubana, Leoncia Machín.Al cumplir veinte años, manifestó su deseo de ser barítono,[4] y estudiar bel canto y ópera, pero comprendió que, dado su color, su repertorio quedaría reducido a Otelo.No sin dificultades llegó a La Habana en 1926, donde se inició como solista en los cafetines, acompañado del guitarrista Miguel Zaballa.La reputación del dúo llegó a oídos de la burguesía habanera, que ya no dudó en contratarlos.Sería, pues, el primer cantante negro que actuara en el Casino Nacional de La Habana, lugar de la burguesía más racista y excluyente, ya como todo un profesional.Tras breve estancia en Londres, actuando en el teatro Adelphya, llegó a París, donde la música cubana tenía fuerte presencia desde los años 20.En París formó el grupo Antonio Machín y su Orquesta, con Moisés Simons al piano, realizando a partir de entonces varias grabaciones.Machín llegó a España, país de su padre, donde vivirá hasta su fallecimiento en 1977.En 1947 llegaría su gran éxito en España, la «canción moruna» Angelitos negros, convertida en bolero merced a un arreglo musical en la década de los sesenta y estrenada en el Teatro Novedades de Barcelona.[5] Dos compositores importantes en su carrera fueron el cubano Osvaldo Farrés (autor de temas como Madrecita, Toda una vida, No me vayas a engañar, Quizás, quizás, quizás, Ay de mí...) y la mexicana Consuelo Velázquez (autora de Bésame mucho, Será por eso y Amar y vivir).En España, Machín encuentra todo lo que buscaba, y le gustaban especialmente Madrid, Sevilla (donde encontró el amor); Alicante donde pasaba largas temporadas en su apartamento de Playa de San Juan.Joan Manuel Serrat participó en el documental, en su intervención ante la cámara que se grabó en la popular Antena 3, en la calle Tallers esquina con Rambles, Serrat comentaba: "La figura de Machín está ligada a la cultura sentimental de la radio, que suponía una pequeña ventana por donde penetraba la luz en unos tiempos muy sombríos.Lo llevaba con dignidad y logró remontar aquel período gracias a la moda camp, recuperando su aureola mítica".Porque Machín era una esponja tremenda, en la cual cabía 'El manisero', 'Angelitos negros' y el repertorio de Oswaldo Farrés.
Detalle de la escultura en homenaje a Antonio Machín en Sevilla.