[1][2] A inicios del siglo XX se abrió una prisión correccional junto al río Guadalmedina, en la calle Pasillo de la Cárcel n.º 38.
[3] Durante la guerra civil, al ser conquistada Málaga por las fuerzas del bando sublevado, comenzó la represión.
Las cárceles improvisadas como la Plaza de toros o los sótanos del edificio de Tabacalera se llenaron así como la cárcel nueva que estaba masificada, por lo que Queipo de Llano ordenó ingresar a las mujeres en esta cárcel en abandono, sin acometer ningún arreglo ni modificación.
[1] Entre 1937 y el final de la guerra, las internas llegaron a ser unas 1.000 y fueron aumentando hasta llegar a 3.900 en 1945, con una altísima proporción de presas políticas en el primer período.
[5]La explicación puede ser la orden de Queipo de Llano de que en todo el territorio controlado por el Ejército del Sur, por cada hombre huido del combate se detuviera a la madre o hermanas en primer lugar y a cuñadas y hasta madrastras en segundo lugar.
Las presas pertenecientes a partidos políticos, sindicatos, las milicianas o con cargos en organismos, tardaron más años en salir que las acusadas por delitos socioeconómicos.
[5] Antonio Vallejo-Nájera utilizó a las presas políticas de Málaga para su investigación psiquiátrica.
Año II, Nº 9, mayo 1939 con el título Psiquismo del Fanatismo Marxista.
En él rememora la huelga de hambre que hicieron las presas para evitar las imposiciones religiosas.