Nicolás de Piérola se vislumbraba como el candidato favorito, pero sufrió la persecución del gobierno y acabó encarcelado.
[1] La revolución triunfó y unos meses después, Nicolás de Piérola llegó a ser presidente constitucional.
Leguía se mantuvo firme en su negativa, hasta que finalmente un cuerpo del ejército acudió a rescatarlo.
Pero en febrero de 1910 logró escapar, junto con sus amigos Orestes Ferro y Enrique Llosa.
Impulsó luego una concentración de fuerzas políticas para respaldar al gobierno del general Óscar R. Benavides en 1933.