Alfarería en la provincia de Burgos

[1]​[2]​ Mención especial merece en algunas monografías la labor de Simón Calvo, alfarero que llegó a desarrollar un personal «estilo historicista»,[3]​ durante la primera mitad del siglo xx, desde su taller en la capital burgalesa.

Labor continuada en el xxi en alfares como los instalados en Covarrubias, Ezquerra, Medina de Pomar, Quintanilla del Agua, Villagonzalo y Burgos capital.

[5]​ Las primeras referencias ducumentales a alfares activos en esta provincia se anotan ya en el siglo xviii en el Catastro de Ensenada (1752) y en las Memorias políticas y económicas de Eugenio Larruga (1792), y un siglo después en las ediciones del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.

A partir del estudio publicado en 1982 por Juan Gabriel Abad en la revista de etnografía Narria sobre Los alfares arandinos, pueden seguirse los precedentes gremiales y evolución de la alfarería en Aranda de Duero y su entorno.

[9]​[a]​ Sobresalen los componentes de la saga “Martín Feliz” que de la producción tradicional de cántaros, jarros, porrones y barreños han evolucionado a nuevas formas no necesariamente funcionales.