[7] Esta residencia quizás pudo tener orígenes romano-visigodos y fue adaptada por el bereber Razin al-Burnusi,[8] aunque tras una conspiración contra el emir en 784, Abderramán decidió mudarse al interior de la ciudad, creando el nuevo alcázar andalusí, asimismo, también comenzó la construcción de la nueva Mezquita aljama.
El califa realizó varios proyectos en el mismo, como nuevas infraestructuras hidráulicas y posiblemente la Dar al-Rawda o Casa del Jardín que, por su nombre, pudo estar localizada cerca de la rauda o cementerio real.
El rey al-Mutámid se alojó en el Alcázar cuando anexionó la ciudad a la Taifa de Sevilla, sobre el año 1070.
[11] El Alcázar andalusí estaba unido a la Mezquita aljama de Córdoba a través de un sabat o pasadizo secreto para que el emir o el califa pudiera acceder al mihrab del templo sin ser visto.
El primer sabat fue construido por el emir Abdalá I (888-912), que fue reemplazado por el califa al-Hakam II (961-976) cuando se amplió la mezquita.
La puerta albergaba un balcón o plataforma (sath) desde donde el califa Abderramán III observaba los eventos.
La puerta del Jardín era otro acceso sur, donde se construyó un gran pabellón de recepción que podía observarse desde el río.
Hubo numerosas estructuras y pabellones que albergaron las residencias de los gobernantes así como las oficinas para administrar el estado.
Finalmente, otros edificios destacables eran los Baños califales y la famosa biblioteca, ambos creados por al-Hakam II.