Llegando al poder tres décadas después de la muerte del profeta musulmán Mahoma e inmediatamente después del Califato Rashidun, los omeyas fueron un imperio árabe feudal que gobernaba sobre una población que en su gran mayoría no era ni árabe ni musulmana.Marwan II no logró pacificar las provincias sino hasta el año 747, apenas unos meses antes del estallido de la Revolución abasí.Se mantuvo en su puesto durante toda la guerra civil y fue confirmado como gobernador por Marwan II poco después de su fin.[4] El gran tamaño del Jorasán y su baja densidad de población supusieron en la práctica que los habitantes árabes, tanto militares como civiles, vivieran mayoritariamente fuera de las guarniciones construidas durante la expansión del islam.Esto contrastaba con el resto de las provincias omeyas, donde los árabes tendían a aislarse en fortalezas y evitaban la interacción con los lugareños.[5] Los colonos árabes en el Jorasán abandonaron su estilo de vida tradicional y se establecieron entre los pueblos nativos iraníes.Los abasíes también usaron extensivamente la memoria de Karbala para ganar el apoyo popular contra los omeyas.[13][21] Ya se habían producido varias revueltas chiitas contra el dominio omeya, aunque eran explícitas en su deseo de tener un gobernante alide.El asesinato de los dos no solo aumentó el sentimiento antiomeyas entre los chiitas, sino que también les dio a los chiitas y a los sunitas en Irak y Persia un grito de guerra común.[11][30] Los musulmanes no árabes estaban molestos por su posición social marginal y se vieron fácilmente atraídos por la oposición abasí a la dominación omeya.A los no-árabes no se les permitía trabajar para el gobierno ni podían ocupar rangos de oficiales en el ejército omeya y aun así tenían que pagar impuesto de la yizia para los no-musulmanes.[30] Socialmente, esto planteó un problema ya que los omeyas veían el islam como la propiedad de las familias aristocráticas árabes.[42][43] Los historiadores contemporáneos escribieron que al-Hayyach contribuyó a la muerte del idioma corasmiano, estrechamente relacionado con el persa.[45] Los abasíes eran conscientes de este descontento e hicieron esfuerzos para equilibrar tanto su carácter musulmán como su circunscripción parcialmente no-musulmana.[25][48] Estas misiones tuvieron éxito tanto entre árabes como entre no-árabes, aunque los últimos puede haber jugado un papel particularmente importante en el crecimiento del movimiento.[4] En 746, Ibn Suraich se rebeló en Merv sin éxito al principio, incluso perdiendo a su secretario Jahm bin Safuan.[59] Después de casi noventa años, el dominio omeya en Jorasán finalmente había llegado a su fin.Aunque se había perdido un comandante militar respetado, una gran parte de las fuerzas omeyas estaban esencialmente atrapadas dentro de Wasit y podían ser dejadas en su prisión virtual mientras se realizaban acciones militares más ofensivas.[51][62] Abu Salama, quien presenció cómo doce comandantes militares de la revolución juraban lealtad, fue avergonzado por otros hasta que hizo lo mismo.[61] En este punto Marwan II movilizó a sus tropas desde Harrán y avanzó hacia Mesopotamia.[64] Mientras que los Omeyas habían gastado su energía principalmente en aniquilar la línea Alide de la familia del profeta, los abasíes modificaron cuidadosamente las crónicas musulmanas para poner un mayor énfasis en la relación entre Mahoma y su tío al-Abbás.[65] La revolución abásida se distinguió por una serie de tácticas que estuvieron ausentes en otras rebeliones fallidas contra los omeyas hasta ese momento.[9] Abu Muslim al-Jorasaní, quien fuera el principal comandante militar abasí, era especialmente misterioso: incluso su nombre, que literalmente significa "padre de un musulmán del área grande y llana del imperio musulmán oriental", no brindaba ninguna información significativa sobre él personalmente.[9][32] Cuando los abasíes declararon la amnistía para los miembros de la familia omeya, ochenta se reunieron en Jaffa a recibir perdones y todos fueron masacrados.[67] Inmediatamente después, los abasíes se movilizaron a consolidar su poder contra sus anteriores aliados que ahora eran vistos como rivales.[2] Con frecuencia, historiadores antiguos europeos consideraban el conflicto únicamente como un levantamiento no-árabe en contra de los árabes.Durante el período omeya, las conversiones masivas trajeron al islam a iraníes, bereberes, coptos y asirios.[72] La revolución condujo a la emancipación de personas no-árabes que se habían convertido al islam, otorgándoles igualdad social y espiritual con los árabes.[73] Una vez eliminadas las restricciones sociales, el islam pasó de ser un imperio étnico árabe a convertirse en una religión mundial universal.[13] Los gobernantes se volvieron cada vez más autocráticos, a veces reclamando el derecho divino en defensa de sus acciones.
Monedas que representan al califa omeya Abd al-Malik ibn Marwan
Folio de los registros de Balami que representa As-Saffah mientras recibe promesas de lealtad en
Kufa
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