Érase una vez España

"La perversión consiste en no ver al otro y encierra el peligro de producir ceguera mental".

Para Carlos Gil Gandía[3]​ el autor remite en la utilización del término 'españolez' a Rafael Sánchez Ferlosio.

En esta leyenda Don Illán no se prestaría a dar su conocimiento al Deán ya que sabe que le despreciará más adelante cuando use dicho conocimiento en su propio beneficio y prosperidad y llegaría incluso a consentir u ordenar su muerte o su destierro.

Historiográficamente, a esta masacre se la ha denominado con el término centroeuropeo "pogromo" y en hebreo: גזירות קנ"א‎, Gzirot kana,[7]​[8]​ «pogromo» o «conversiones forzadas del 5151» (año correspondiente en el calendario hebreo).

Todo lo diferente resultaría sospechoso y merece castigo y eliminación, no cabe escuchar, ni consensuar, ni negociar, ni respetar: judío se convertirá en un insulto, un pecado, una deshumanización para el así insultado:[10]​ El libro termina con un poema del autor renacentista Juan del Encina (1468-1529): "Triste España sin ventura..."