Lo formaban, según la terminología empleada por la historiografía romana clásica, los que no tenían gens, es decir, los que no podían remontar su origen a las primeras familias que míticamente fundaron Roma con Rómulo y que se denominaban patricios (patres, patriciī); y, al menos inicialmente, no formaban parte del Populus Rōmānus ni de ninguna de sus tribus o curias.[3] Si inicialmente el término pudo hacer referencia a la población de procedencia foránea[4] (como eran los metecos en Atenas), tal condición dejó de tener sentido con el paso del tiempo, pues los plebeyos no se consideraban extranjeros (bárbaros) sino ciudadanos romanos; y tenían como tales obligaciones (destacadamente el servicio militar) y ciertos derechos políticos.[5] El término en sí era de una gran extensión pues entre los plebeyos existían situaciones muy diferentes a todos los niveles.La tradición atribuye al rey Servio Tulio (siglo VI a. C.) la inscripción de la plebe en registros públicos, organizándola en corporaciones artesanas (los collegia), siguiendo la clasificación que Plutarco atribuye a un rey muy anterior, Numa Pompilio: flautistas, tintoreros, zapateros, orífices, broncistas, carpinteros, curtidores y alfareros.El número de los esclavos romanos (que, al no ser libres, tampoco eran ciudadanos, y por tanto, tampoco pertenecían a la plebe) creció durante la época republicana hasta llegar a convertirse en la base social del modo de producción dominante hasta la crisis del siglo III.