María Manuela Kirkpatrick

Liberal exaltado, afrancesado y masón, había combatido en el bando francés durante la guerra de la Independencia, recibiendo heridas que le dejaron dichas lesiones.

[1]​[2]​ El matrimonio se estableció inicialmente en Málaga, y después en Granada, donde nacieron sus dos hijas:[3]​ La convivencia conyugal duró menos de quince años.

Pasó a residir en Madrid, y bajo el Estatuto Real fue nombrado sin problema prócer del Reino.

Por su propia declaración sabemos que el argumento de su novela Carmen se lo sugirió la condesa al relatarle un suceso real.

[4]​ Por estos años cultivó también la amistad del joven diplomático inglés George Villiers, embajador en España desde 1833, que en 1838 sucedió como IV conde de Clarendon y más tarde sería secretario del Foreign Office.

Esta amistad dio pie a habladurías sobre una relación adúltera de la condesa con Villiers, soltero y seis años más joven que ella.

Pero sus dotes de simpatía en seguida le ganaron la privanza de Isabel II, que ese mismo año la nombró su camarera mayor: el más alto puesto para una mujer en la corte.

Su enemistad con el marqués de Miraflores, presidente del Senado y gobernador de palacio, la llevó a pedir el cese y a abandonar la corte.

Cinco años duró esta nueva estancia en la capital francesa, durante los cuales madre e hija aprovecharon bien el tiempo.

Esta etapa se vio ensombrecida, en 1860, por la prematura muerte de su hija Paca Alba, que le dejó tres nietos de corta edad a quienes dedicó sus desvelos.