En Argentina se representó por primera vez en el Teatro Colón (Buenos Aires) en 1910 con Rosina Storchio.
Al igual que en "Carmen" en ella hay también determinadas melodías conductoras (que guardan muy poca relación con el "Leitmotiv" sinfónico típicamente wagneriano); además los números se hallan más cerca de la "chanson" romántica francesa que de las ampulosas arias italiannas y el conjunto pierde importancia frente a la intimidad del lirismo melódico.
[4] La primera Manon fue Marie Heilbron y otros intérpretes notables incluyen a Sybil Sanderson (favorita personal de Massenet), Fanny Heldy, Lucrezia Bori, Bidu Sayão, Victoria de los Ángeles, Anna Moffo, Beverly Sills, Edita Gruberova, Renée Fleming, Anna Netrebko, y Natalie Dessay.
Debido a sus intensas demandas vocales, el papel de Manon fue descrita por Sills como "la Isolda francesa".
Aparece la diligencia, y entre la multitud Lescaut rápidamente identifica a su frágil prima, Manon, quien aparece algo confundida (Je suis encore tout étourdie) pues este es su primer viaje, el que la lleva al convento.
Cuando se le acerca, ella queda encantada por su comportamiento caballeroso (Et je sais votre nom), y rápidamente intercambian votos de amor.
Pero hay insinuaciones de aspiraciones incompatibles: mientras él regresa, una y otra vez, a "tous les deux" (juntos), la frase que ella repetidamente acaricia es "à Paris".
Haciendo buen uso del carruaje proporcionado por el disgustado Guillot, los amantes se escapan.
Saliendo fuera para investigar una aparente perturbación, él es secuestrado y deja a Manon sola.
Entre la lista de los veraneantes y vendedores de todo tipo, se encuentran Lescaut y Guillot, el último aun flirteando con las jóvenes actrices, mientras Lescaut expresa los gozos del juego (À quoi bon l'économie?).
Ella canta sobre su nueva situación (Je marche sur tous les chemins), a lo que le sigue una gavota (Obéissons quand leur voix appelle) sobre las alegrías del amor y la juventud.
Sin embargo Manon queda atrapada por el deseo de ver a Des Grieux una vez más, y admite, cuando se lo preguntan, que ella no presta atención a los bailarines, para disgusto de Guillot.
Escena 2: Saint-Sulpice Desde la capilla, la congregación está saliendo, entusiasta por el sermón del nuevo abate (Quelle éloquence!).
ella recuerda sus pasadas intimidades, vence su resistencia y sus voces se unen en un apasionado reconocimiento de amor.
Mientras Manon se regocija, Guillot acusa a Des Grieux de hacer trampas.
En un gran conjunto, con Guillot regocijándose por su venganza, Manon lamentando el final de toda alegría, Des Grieux jurando defenderla y el resto expresando consternación y horror, se llevan a la pareja arrestada.