Al ingresar en el primero de estos dos centros, a los 12 años de edad, su tío, el humanista y hebraísta Johannes Reuchlin, le aconsejó que cambiara su nombre por Melanchthon (su apellido en griego, que significa "tierra negra").
Creían que esto no podía ofrecer la certeza de la salvación; en su lugar, afirmaban la justificación por la fe.
El tono de este credo era tan conciliador que sorprendió incluso a los católicos.
Fue comprensivo con la doctrina evangélica y durante un tiempo conservó la mayoría de las ceremonias católicas por considerarlas adiaphora (del griego, "cosas indiferentes"), es decir, materias de escasa trascendencia que era mejor tolerar, por lo cual a sus seguidores les llamaron adiaforistas.
Melanchthon discutió los "pensamientos principales" de la Carta a los Romanos de Pablo y utilizó esta plataforma para presentar una nueva doctrina del cristianismo; una en la que la fe en Dios era más importante que las buenas obras.
[7] En su Unterricht der Visitatorn an die Pfarherrn im Kurfürstentum zu Sachssen (1528) Melanchthon presentó la doctrina evangélica de la salvación, así como reglamentos para iglesias y escuelas.
Sus esperanzas de persuadir al Sacro Imperio Romano Germánico para que reconociera la Reforma no se cumplieron.
Una actitud amistosa hacia Suiza en la Dieta fue algo que cambió más tarde, llamando a la doctrina de Ulrico Zuinglio sobre la Cena del Señor "un dogma impío".
Así y todo, logró reunir gran cantidad de discípulos que mantuvieron, propagaron e incluso perfeccionaron sus propuestas.
Varios artistas de la época lo retrataron: Durero le hizo un grabado en 1526 y Lucas Cranach el Joven una xilografía en 1561, basada seguramente en un boceto que había tomado en su capilla ardiente.