Paul Dirac

[1]​ Su padre, Charles, fue un inmigrante del cantón suizo de Valais que enseñaba francés.

Dirac describió su infancia como infeliz, por la severidad y autoritarismo de su padre.

[7]​ Tras trabajar poco tiempo como ingeniero, Dirac decidió que su verdadera vocación eran las matemáticas.

Allí murió en 1984, y en 1995 se colocó una placa en su honor en la Abadía de Westminster en Londres.

Entre sus numerosos alumnos[10]​[11]​ se encontraban Homi J. Bhabha,[12]​ Fred Hoyle, John Polkinghorne[13]​ y Freeman Dyson.

[14]​ Polkinghorne recuerda que a Dirac "una vez le preguntaron cuál era su creencia fundamental.

Se dirigió a una pizarra y escribió que las leyes de la naturaleza deberían expresarse en bellas ecuaciones".

[15]​ Dirac era conocido entre sus colegas por su naturaleza precisa, al mismo tiempo que taciturna.

Cuando Niels Bohr se quejaba de que no sabía cómo acabar una determinada frase en un artículo científico, Dirac le replicó: «A mí me enseñaron en la escuela que nunca se debe empezar una frase sin saber el final de la misma».

En otra carta relativa al efecto Compton escribió: "No entiendo en absoluto los detalles de Dirac".

Dirac aunque durante varios años se mostró como un ateo, con el paso del tiempo en 1963 declaró para un artículo de Scientific American que considera a Dios como un gran matemático que empleó ciencia avanzada para crear el universo.

[22]​ Dirac crio a los dos hijos de Margit, Judith y Gabriel, como si fueran suyos.

Este relato de un físico coreano, Y. S. Kim, que conoció a Dirac y se vio influido por él, también dice: "Es una gran suerte para la comunidad física que Manci cuidara bien de nuestro respetado Paul A. M. Dirac".

Dirac pudo mantener su productividad investigadora normal sólo porque Manci se encargaba de todo lo demás".

Paul y Manci Dirac en Copenhague, julio de 1963.