Durante la Primera Guerra Mundial, perdió la visión de un ojo, pero pronto se reincorporó a su labor en los escenarios y trabajó como profesor en la Real Academia de Arte Dramático (RADA), en donde tuvo como alumnos a Laurence Olivier y Vivien Leigh.
En 1945 fue nuevamente protagonista en César y Cleopatra junto a Vivien Leigh, aunque la película no obtuvo el éxito esperado.
Como sucedió con otros actores de carácter, estuvo nominado cuatro veces a los Óscar, pero nunca lo obtuvo.
Se despidió del cine, en The Greatest Story Ever Told interpretando al príncipe Herodes.
Podemos considerar a Claude Rains como el paradigma de los llamados actores secundarios de los que a menudo se recuerda su rostro pero no su nombre, interpretando papeles en los que parecía ser el protagonista, incluso aunque sólo apareciera unos minutos en pantalla.