Wilhelm Wundt
Su padre era pastor luterano y su familia, tanto de parte paterna como materna, incluía científicos, médicos, etc. Se le considera el padre del voluntarismo en psicología.El abuelo exigía un riguroso programa diario y una absoluta precisión en todo lo que hacían.Cuando Wundt tenía entre 8 y 12 años, ingresó en el Gymnasium católico local (escuela secundaria con altos requisitos académicos).Wundt fue deficiente en su actividad académica y hasta se le aconsejó que abandonara los estudios formales.Wundt creía que el lenguaje, los mitos, la estética, la religión y las costumbres sociales son reflexiones de nuestros procesos mentales más altos, pero, dado que no era posible manipular ni controlar esos procesos, no era posible entonces estudiarlos experimentalmente, sino solo por medio de registros históricos y literatura y observaciones naturalistas.Estableció un pequeño laboratorio en su hogar, que logró mantener con las regalías de sus libros.En Leipzig se le asignó a Wundt un cuarto en el edificio Konvikt, para que almacenara allí su material de laboratorio.Al escribir el libro para su curso en Leipzig, psicología era para Wundt una disciplina que utilizaba técnicas análogas a las de la fisiología.Wundt describió primero "el sustrato corporal de la vida mental", o la anatomía y función del cerebro.Mientras que los físicos tienen sus instrumentos, la herramienta de los psicólogos es la autoobservación experimental o introspección.Para Wundt, las sensaciones y sentimientos no eran solamente elementos que chocan e interactúan.Nunca podría ser entendida mediante la simple identificación de sus elementos o su estructura estática.Por el contrario, debe entenderse a través del análisis de su actividad.Las sensaciones táctiles eran estudiadas usando los métodos fisiológicos desarrollados por el médico Ernst Weber y el psicólogo Gustav Fechner, ambos alemanes y ambos precursores de la psicología experimental.Varios fueron los personajes que se beneficiaron del laboratorio de Wundt, entre ellos, Emil Kraepelin, Eugen Teuber, Hugo Münsterberg, Victor Henri y B. Bourdon, de Francia; en Rusia, Vladimir M. Bechterev, contemporáneo de Pavlov; en los Estados Unidos, Charles Spearman, Edward Titchener, Hugo Eckener; en España Eloy Luis André y, por supuesto, James McKeen Cattell.