Más tarde fue corresponsal para el Frankfurter Zeitung mientras escribía un libro sobre los efectos sociales del capitalismo.
El Conde sostuvo una entrevista con Eckener y le causó una impresión tan positiva que en 1908 acordó ser publicista a tiempo parcial para la compañía de zepelines.
Sin embargo este contratiempo no fue impedimento y se hizo un capitán de dirigibles muy exitoso.
Después de la guerra, Eckener sucedió en la gerencia al conde Ferdinand von Zeppelin.
En la elección presidencial de 1932, Eckener aceptó ser un candidato potencial contra el líder nazi Adolf Hitler ya que no era afín a las ideas del nacionalsocialismo, pero renunció cuando Paul von Hindenburg a quien conocía personalmente decidió presentarse para reelección.
Sin embargo, su candidatura potencial ya había molestado a las cúpulas del Partido Nacionalsocialista.
Eckener no mantuvo en secreto su animadversión a los nazis y preveía un futuro incierto para su país.
Bajo Eckener, la seguridad siempre era una prioridad, y había decidido no tener ningún incidente bajo su mando.
Eckener sobrevivió la Segunda Guerra Mundial, a pesar de sus desacuerdos con los nazis.