[4] En 1929 apareció en una página que el semanario dedicó a sus colaboradoras junto a Magda Donato, Alma Tapia, Clara Campoamor, Sara Insua, Gloria Zamacois, Concha Peña, Concha Espina, Matilde Muñoz, Irene Falcón y María de Lluria.
Un año después viajó a París y desde allí envió sus trabajos con la que ya sería su firma definitiva: Viera Esparza.
[2] Ese mismo año participó en el Salón de dibujantas organizado por el Lyceum Club Femenino, compartiendo espacio con Alma Tapia, Pitti Bartolozzi y Rosario de Velasco entre otras.
[11][12][13] Elena Fortún la eligió para ilustrar los cuentos de Mila y Piolín que iba publicando por entregas en la revista Semana.
[2] Tras la Guerra Civil suavizó las formas geométricas de sus ilustraciones pero básicamente continuó con su estilo propio.