El caminante sobre el mar de nubes

Datado en el año 1818, ha sido considerada como una de las obras maestras y más representativas del movimiento cultural conocido como Romanticismo.

De esta manera, con colores más cálidos en primer plano y predominantemente fríos en el fondo, logra una perspectiva cromática.

Además, debido a que el primer plano es oscuro y descarnado, mientras que el fondo resulta más brillante, claro, menos incisivo, pintándose de manera más difuminada, Friedrich consigue una perspectiva aérea.

Como los demás cuadros de Caspar David Friedrich, no es un mero paisaje, sino que tiene un contenido simbólico.

Al mismo tiempo, el no tener rostro transmite mejor la idea de la disolución del individuo en el «todo» cósmico.

Las figuras no representan individuos concretos y la naturaleza serviría de proyección a los sentimientos del espectador.

El caminante simbolizaría, en fin, al ser humano que concibe su vida terrena (la montaña a la que corresponde la masa rocosa en primer plano) como un preludio a la vida eterna (el mar de nubes).

La postura del caminante, con una pierna delante de otra, indicaría que domina la vida de este mundo y mira al más allá con admiración esperando que le llegue una vida eterna.

Las rocas entre la montaña en la que está el viajero y el fondo simbolizarían la fe del ser humano en Dios.

El varón de espaldas parece recordar, sumido en su contemplación, a algún difunto o su propia mortalidad.

En este sentido, el caminante no sería Friedrich, sino un caído en las guerras de liberación (1813-1815).

Mar de hielo , 1823-1824.