Acantilados blancos en Rügen

Así, en este cuadro recompone los acantilados blancos para que respondan a sus ideas pictóricas.

Por un lado, le servía para transmitir su idea política de lo alemán, buscando en el pasado modelos para construir una Alemania mejor; por otro, hondamente religioso, consideraba que Dios se manifestaba a través de la naturaleza y mostraba su presencia en los paisajes.

[3]​ Carl Gustav Carus, médico, teórico del arte y amigo de Friedrich, visitó la costa del mar Báltico en 1818 y anotó sus impresiones, entre otras, sobre el panorama que se ve desde lo alto de los acantilados:

A la derecha, hay un hombre en pie, que tiene una actitud calmada y mira hacia el mar.

En medio, otro hombre, arrodillado en el suelo, mira por encima del borde de un vasto y alto acantilado que lleva al océano infinito.

Cuando se casó, Friedrich vivía en Dresde y viajó con su esposa a su ciudad natal, Greifswald, enseñándole asimismo la isla de Rügen.

Los tres personajes representados están vistos de espaldas, y miran a un paisaje romántico.

En esta obra, Friedrich expone su visión del mundo y demuestra con qué curiosidad buscó paisajes hasta entonces inéditos en la historia de la pintura.

[4]​ Al mismo tiempo, expresaba las ideas políticas del autor sobre lo alemán, como puede verse en la vestimenta de los personajes.

La mujer lleva un vestido rojo, cerrado por el cuello, con manga larga y sujeto debajo del pecho para caer después hasta los pies.

Sin embargo, a diferencia de la moda francesa, no tiene amplio escote ni tejidos transparentes, pues se consideraría impropio por una burguesa alemana.

El caminante sobre el mar de nubes , 1818.