A pesar de que se han llevado a cabo diferentes estudios para identificar las causas específicas del aislamiento social, la verdad es que las mismas son muy diversas y dependen de cada situación, todas son vareadas.
En algunos casos puede deberse a que la persona ha vivido condiciones anormales en su infancia, como ser que haya estado bajo una extrema sobreprotección, lo que le impidió relacionarse de forma normal con otras personas de su edad, y causando falta de seguridad, timidez, y práctica para establecer nuevas relaciones cuando es adulto.
Las investigaciones indican que el aislamiento social percibido (PSI) es un factor de riesgo y puede contribuir a "un desempeño cognitivo general más deficiente y un funcionamiento ejecutivo más deficiente, un deterioro cognitivo más rápido, una cognición más negativa y depresiva, una mayor sensibilidad a las amenazas sociales y una autoprotección confirmatoria sesgada en la cognición social".
[1] El PSI también contribuye a acelerar el proceso de envejecimiento: Wilson et al.
[2] Esto contribuye a un círculo vicioso en el que la persona se vuelve cada vez más aislada.