A medida que la instalación se calienta, aumenta el volumen del agua contenida, lo que deforma la membrana elástica y comprime el volumen de gas, el cual disminuye tanto como aumentó el del agua.
Posteriormente la presión se va reduciendo lentamente debido a las pérdidas de carga en la tubería hasta llegar a los emisores donde sufre una caída brusca debido principalmente a las restricciones en las válvulas de entrada y salida, ya que el radiador en sí mismo, apenas tiene pérdida de carga.
El llenado de la instalación debe hacerse desde la parte inferior de la misma, muy lentamente y con todas las purgas abiertas, que se irán cerrando a medida que el agua llegue a ellas.
Por último, dejar enfriar la instalación hasta alcanzar una temperatura aproximada de 40 °C.
Si la presión final fuese inferior a la indicada debe procederse al rellenado de la instalación.
Para un vaso de expansión cerrado, con fluido en contacto directo (sin diafragma) o indirecto (con diafragma) con un gas presurizado, el volumen total del vaso se calculará mediante la siguiente ecuación:
Naturalmente, las presiones mínima y máxima, establecidas como se ha indicado arriba, deberán se corregidas de acuerdo a la altura geométrica del emplazamiento del vaso de expansión.
Cuando el descenso de la temperatura del agua origina una disminución de su volumen y una caída de la presión, automáticamente el compresor aporta el aire necesario al depósito para que la membrana al inflarse, restituya el agua a la instalación y se siga manteniendo constante su presión.
Es muy común, por ejemplo, en las instalaciones de calefacción, que baje la aguja del indicador de llenado y todos los días haya que rellenar la instalación con agua nueva.
Esta agua expulsada en caliente, es la que faltará a la mañana siguiente con la instalación fría.
Si no se repone, el aire que la sustituye se distribuye por el circuito, originando defectos de circulación y efectos insospechados en los elementos terminales, lo que provoca en algunas ocasiones decisiones precipitadas y desde luego no necesarias.
El rellenado sistemático diario, tampoco es una buena solución, por las deposiciones del agua nueva y porque se aumenta considerablemente el riesgo de corrosión.
Si sale aire y venimos notando descenso del nivel de agua, se vacía la caldera hasta que no haya agua en el vaso y con un manómetro se mide la presión de aire.
Si ésta es baja, hay que inyectar aire hasta alcanzar la presión correspondiente a la altura geométrica de la instalación.