La frontera entre estas dos últimas ciudades, Baedro y Mellaria, aún no se ha definido con exactitud, pero las inscripciones alusivas a mellarienses y baedronenses coinciden a la altura de Belalcázar e Hinojosa del Duque, lo que hace suponer que en las proximidades de esta vía debió encontrarse el límite entre ambas ciudades.
En el siglo XVIII asistimos a una recuperación y posterior expansión que se traduce en un aumento considerable del vecindario.
Una prueba elocuente viene dada por el censo del año 1781, en el que figuran 1.503 habitantes, registrándose un equilibrio cuantitativo de ambos sexos: 540 varones y 513 mujeres.
La economía se caracteriza por una evidente ruralización, debido al enorme peso del sector agropecuario, mientras que las actividades artesanales y mercantiles son prácticamente inexistentes.
En el segundo cuarto del siglo XVIII realiza una misión en la aldea el monje basilio padre Juan Agustín Borrego, afamado orador.
Por último, en el año 1796 es admitido Manuel Ruiz Conejo, quien recibe enseñanzas de filosofía y teología.
Valsequillo depende del concejo de Fuente Obejuna durante toda la Edad Moderna hasta que en el año 1817 se independiza junto a otros núcleos (Los Blázquez, La Granjuela, Los Prados y Esparragosa), constituyendo el municipio de las Cinco Aldeas, cuyo ayuntamiento se establece precisamente en Valsequillo.
Durante esta etapa histórica se produce el desarrollo administrativo autónomo de Valsequillo, ya que pasa a formar parte de Cinco Aldeas a adquirir su propia independencia como municipio en el año 1842, al igual que les ocurre a Los Blázquez y La Granjuela, mientras que las otras dos aldeas (Los Prados y Esparragosa) desaparecieron.
Durante el siglo XIX, Valsequillo conoció una dependencia casi absoluta de la producción agroganadera.
Tan sólo ciertos telares de lienzo y alguna tahona pudieron certificar cierta diversificación (por lo demás muy escasa) en el sistema productivo local.
El humorista Miguel Gila ha narrado en su autobiografía Y entonces nací yo su paso por este lugar, encuadrado en un batallón de trabajadores esclavos que se dedicaban a rehabilitar vías férreas.
[6][7][8] La actual población, que data del siglo XVI, sebe su nombre al lugar donde se ubica.
Su interior, a lo neoclásico, se ajusta a un plan de cruz latina, marcando sus tramos columnas jónicas, que se duplican en los machones del crucero, sobre cuyo tramo central voltea una cúpula.
Si el interior es solemne, no menos es lo exterior, donde se alza una hermosa fachada con portada bien compuesta, que incluye columnas acanaladas.
Esta parroquia, ha sido sometida a restauración en el año 2022 Dentro de este pueblo tan marcado por la arquitectura de Regiones Devastadas, hay que destacar el edificio del Ayuntamiento, que data del año 1949.
Forma un bello conjunto con la parroquia, asomando a la plaza con un característico pórtico inferior.
La Comisaría de Regiones Devastadas, al entregar la iglesia nueva en los años 1950´s, dejó en ella dos retablos.
En Valsequillo, como sucede en los demás pueblos de su entorno, la gastronomía tradicional está basada en productos derivados del cerdo, ya que se continúa haciendo la matanza casera, que antiguamente constituía la base de la alimentación familiar durante casi todo el año, y ahora es un complemento importante del menú, que permite seguir disfrutando del exquisito sabor de morcillas, chorizos y jamones hechos y curados según la tradición.