Valentinianismo

El valentinianismo fue una de las más importantes sectas cristianas gnósticas del siglo II, fundada por Valentín y sus discípulos.

Valentín tuvo numerosos discípulos, de los que quedan algunos escritos, y de los que nos dan noticias numerosos escritores cristianos: S. Ireneo en el Adversus haereses, Hipólito en los Philosophumena (o Refutatio), Tertuliano en el Adversus Valentínianum, etc. Entre los valentinianos más notables se cuentan Heracleón, Ptolomeo, Florino, Axionico y Teódoto.

Dividía a los hombres en hílicos (materiales), psíquicos (animales) y pneumáticos o gnósticos (espirituales).

Sólo estos últimos podían aspirar a la perfección y al desposorio con los ángeles.

Con la muerte, el elemento divino presente en el gnóstico se reintegrará al pléroma; también a los psíquicos se les ha reservado una salvación inferior, extrapleromática, mientras que los hombres materiales caerán en una disolución total.

La teología que Ireneo le atribuyó a Valentín es extremadamente complicada y difícil de seguir.

Según Ireneo, los valentinianos creían que en el principio había un Pléroma (literalmente, una "plenitud").

No podemos estar muy equivocados en sospechar que Valentín había sido influenciado por el prólogo del cuarto Evangelio (también encontramos los nombres probablemente jóanicos de Monógenes y Parákletos en la serie de los eones).

Observando la multitud de eones y el poder de engendrarlos, se apresura a regresar a la profundidad del Padre, y busca emularlo produciendo descendencia sin tener relaciones conyugales, pero proyecta tan solo un aborto, una sustancia sin forma.

Ante esto es expulsada del Pléroma hacia el subestrato primigenio de la materia.

Valentín siguió muy de cerca este sistema, doctrinas que pudo haber llegado a conocer en Egipto.

Es posible que el papel del Anthropos se transfiera aquí a Sophia Achamoth.

A través de su anhelo por ese ser superior, produce un eón que es más alto y más puro que ella misma, y quien de inmediato se eleva a los mundos celestiales.

[9]​ En el sistema Ptolomeico completamente desarrollado, encontramos una concepción afín, pero con una ligera diferencia.

Cuando este mundo ha nacido de Sofía como consecuencia de su pasión, dos eones, Nous (mente) y Aletheia (verdad), por orden del Padre, producen dos nuevos eones, Cristo y el Espíritu Santo; estos restablecen el orden en el Pleroma, y en consecuencia todos los eones combinan sus mejores y más maravillosas cualidades para producir un nuevo eón (Jesús, Logos, Soter o Cristo), cuya "Primicia" ofrecen al Padre.

[9]​ Una figura completamente peculiar del gnosticismo valentiniano es la de Horos (el Limitador).

Las especulaciones sobre el Stauros son anteriores al cristianismo, y puede haber una concepción platónica actuando aquí.

Platón ya había declarado en el Timeo que el Alma del Mundo (Mundo-Alma) se reveló a sí misma en la forma de la letra Chi (X), con la cual se refería a la figura descrita en los cielos por las órbitas en intersección del sol y la eclíptica planetaria.

Es cuestionable si esto formaba parte ya del sistema original de Valentín, pero en cualquier caso juega un papel destacado en la escuela valentiniana y, en consecuencia, aparece en las variaciones más diversas en la descripción dada por Ireneo.

Todas las otras cosas le debieron su origen a su terror y su tristeza.

[15]​ Esta derivación del mundo material a partir de las pasiones de la Sophia caída se ve afectada enseguida por una teoría más antigua, que probablemente ocupó un lugar importante en el sistema valentiniano principal.

[18]​La salvación no es meramente redención individual de cada alma humana; es un proceso cósmico.

En este sentido, en consecuencia, el mito experimentó un desarrollo aún más amplio.

Esto nos lleva directamente a las ideas sacramentales de esta rama del gnosticismo (ver más abajo).

También explica la expresión utilizada hacia los gnósticos en Ireneo,[20]​ respecto a que siempre meditan sobre el secreto de la unión celestial (la Syzygia).

El ritual de este sacramento se indica brevemente: “Algunos de ellos preparan una recámara nupcial y en ella pasan por una forma de consagración, empleando ciertas fórmulas fijas, que se repiten sobre la persona que se iniciará, y afirmando que se hará un matrimonio espiritual según el patrón de la Syzygia superior.” Por un suceso fortuito, una fórmula litúrgica que se utilizaba en este sacramento parece conservarse, si bien en una forma confusa y en una conexión completamente diferente, pareciendo el autor no haber estado seguro respecto a su significado original.

Además del sacramento de la recámara nupcial, los gnósticos practicaban ya el bautismo, usando la misma forma en todos sus aspectos esenciales que usaba la iglesia cristiana.

[9]​[26]​ En la fórmula bautismal se menciona el nombre del Redentor una y otra vez.

[37] En esto encontramos también algunas fórmulas confiadas a los fieles, para que sus almas puedan pronunciarlas en su viaje ascendente.

Por otra parte, reacciones ocurrieron en distintos puntos en contra de los ritos sacramentales.