Tlacuilo o tlahcuilo (del náhuatl: tlahkwiloh, “pintor, ilustrador”, en plural tlahkwilohkeh, [tɬaʔˈkʷiˈloʔ.kee̥]) es un término para designar, dentro de la historiografía del México antiguo, lo que hoy llamamos escriba, pintor, escritor o sabio.
Los tlacuilos eran hombres hábiles en el dibujo,[1] a quienes desde niños se les educaba en el Calmécac[2] para obtener un conocimiento profundo de su lengua, cultura, costumbres, religión, política, arte, etc., ya que tenían que tener un vasto conocimiento de la vida de su sociedad para poder escribirlo con glifos, rebuses, retratos, mapas, etc.
La labor del tlacuilo se asocia, por lo tanto, con diferentes actividades, no solo con la pictografía.
Podía trabajar en mercados y templos, según el tipo de actividad para la que se le necesitara.
Hay estudios recientes que indican que el Códice Florentino y la Relación de Michoacán no solo son parciales al ser favorables a los conquistadores y desfavorables contra los mesoamericanos, sino incluso no fueron ilustrados por Tlacuilos, ya que los estilos conceptuales artísticos no coinciden con los mesoamericanos y coinciden en gran medida con el estilo medieval predominante en la Europa del siglo XVI.
Dicho sistema estaba conformado por mensajeros los cuales se relevaban a ciertas distancias y posiciones preestablecidas.
En la cultura popular se cree que los mesoamericanos adoptaron casi inmediatamente la religión católica, sin embargo un Tlacuilo convertido, Motolinia, solo pudo realizar la primera misa con participantes no españoles hasta casi una década después de la conquista, en 1530[16] Los códices creados durante y después de la conquista tienen muchas ilustraciones inverosímiles,[17] de las cuales se crearon muchos mitos que perduran hasta la era moderna.
Ejemplos de estas alegorías se ve en los códices Techialoyan y en los títulos primordiales.
No obstante, algunos sacerdotes franciscanos (los cuales fundaron el colegio) empezaron a educar a los nobles conservando las técnicas y asignaturas utilizadas en el Calmécac, por lo que los estudiantes mostraron grandes habilidades en aritmética, latín, y otras artes.
[23] Los Tlacuilos eran vastamente reconocidos en el México prehispánico, pero su historia se dio a conocer en Europa durante la colonia.
El Virrey encargó la interpretación y traducción para que pudiera ser entregado al rey.
En el Códice Matritense,[24] el cual es una versión aún más censurada que el Códice Florentino, donde se le agregan menciones religiosas, se describe a un mal pintor como "engañador" además de censurar las herramientas comunes del Tlacuilo, las cuales eran similares a las de los pintores europeos contemporáneos.