Sinfonía n.º 58 (Haydn)

[5]​ La numeración convencional de esta pequeña y ordenada sinfonía resulta engañosa.

Se trata de una obra modesta y sin pretensiones, no relacionada con ninguna ocasión especial conocida y, por lo tanto, probablemente representa el tipo de música relajada que era habitual en una velada ordinaria en Eisenstadt o Eszterháza, las dos residencias principales del príncipe Nicolás.

En cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[6]​ Hartmut Haenchen a favor;[7]​ Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.

No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.

[3]​ El tema del Allegro es, insólitamente para Haydn, cantabile sostenido y redondeado con firmeza al final.

[11]​[12]​ El compositor impulsa este ritmo de manera constante, tanto dentro como fuera del pulso.

Cabe destacar la sutil broma de variar el primer compás "normal" en su retorno, cuatro compases más tarde.

El minueto posee la misma sustancia musical que el Trío Baryton para viola di bordone en re mayor, Hob.

Presto, retoma la tonalidad inicial, el compás es 3/8 y también responde a la forma sonata.

Haydn hacia 1770.