Las dos potencias marítimas continuaron chocando en los mismos mares que en el anterior conflicto.
[1] Al eliminar una serie de problemas originados hace tiempo, las condiciones finalmente hicieron posible que Inglaterra y la República Holandesa se unieran contra las políticas expansionistas llevadas a cabo por Luis XIV de Francia.
El almirante neerlandés Ruyter obtuvo una resonante victoria batalla de los Cuatro Días que coincidió con acontecimientos adversos y especialmente impopulares en Londres: en 1665 una gran peste y en 1666 el denominado Gran Incendio de Londres.
Posteriormente Ruyter aprovechó con gran oportunidad la desmoralización del enemigo para remontar el río Támesis y bombardear las poblaciones ribereñas.
La Paz de Breda ratificaba la victoria neerlandesa pero sin humillar el honor británico.