El rey Felipe II aceptó las condiciones y se convirtió en patrón de la ermita.
Lo más probable es que la cesión del patronaro a los Velasco estuviese ya contemplada cuando los vecinos de Fuencarral hicieron entrega del patronato de la ermita al rey.
El retorno de Fernando VII hizo que la propiedad del santuario volviese a los dominicos.
Al ser expulsados los frailes, el pueblo de Fuencarral solicitó hacerse cargo del santuario.
[2] En 1885, el marqués trató de derribar la ermita, pero la oposición del ayuntamiento fuencarralero se lo impidió.
Durante la Guerra Civil, una unidad de las Brigadas Internacionales cañoneó la torre del santuario, derribándola.
En 2000, se consiguió finalmente que los terrenos del santuario pasasen a propiedad municipal.
A tal efecto, dichos terrenos fueron integrados en la operación urbanística del PAU de Montecarmelo.
Los propietarios permutaron los terrenos por otros en los PAU de Monte Carmelo y Las Tablas.
[2] En 2004, el ayuntamiento abordó la restauración del conjunto monumental, que se encontraba en un estado casi ruinoso.
Allí permanece la imagen hasta su retorno al santuario, el 3 de mayo.
Coincidiendo con las fiestas, en 2013, la ermita fue declarada «santuario mariano diocesano», paso previo para convertirse en basílica.
Está coronado con un frontón, en el que hay una oquedad con función de hornacina, donde se encuentra una escultura religiosa.
El monasterio está destinado a equipamiento público: la planta primera la ocupa un centro municipal para jóvenes; la planta baja y claustro están ocupados por un aula de interpretación de la naturaleza dedicada a la Cuenca Alta del Manzanares y al Monte del Pardo, y una cafetería; en el sótano se ha instalado un auditorio.