Según algunas fuentes, pasó un tiempo viviendo entre bandidos, pero tal afirmación podría ser una invención de sus primeros biógrafos en sintonía con su imagen rebelde.
En Nápoles, Salvator Rosa comenzó a pintar paisajes de caza, con una exuberante vegetación, o playas, montañas y cuevas.
Estos primeros paisajes no los pintó por encargo sino que se vendían baratos en el mercado abierto, a través de marchantes.
Volvió a Roma en 1638-39, donde se alojó con el cardenal Francesco Maria Brancaccio, obispo de Viterbo.
Siendo cierto que Rosa tenía un talento fácil para la pintura, cultivó una amplia variedad de artes: música, poesía, escritura, aguafuerte, e interpretación como actor.
Aunque sus obras de teatro tenían éxito, también le granjearon poderosos enemigos entre patrones y artistas, incluyendo al mismísimo Bernini.
Se ha alegado que Rosa, junto con otros pintores (Carlo Coppola, Paolo Porpora, Domenico Gargiulo, Pietro del Pò, Marzio Masturzo, los dos Vaccaro y Cadogna), todos capitaneados por Aniello Falcone, formaron la Compagnia della Morte, cuya misión era cazar españoles en las calles, sin respetar a los que habían buscado un refugio religioso.
Se cuenta que Rosa anhelaba un patrocinio privado, de algún mecenas, para trabajar con mayor libertad pues su clientela insistía en encargarle los mismos temas.