La Zona Única de Pagos en Euros (en inglés, Single Euro Payments Area, SEPA) es la iniciativa que permite, a particulares, empresas y organismos públicos, efectuar pagos en euros, sin utilizar efectivo, desde una cuenta situada en cualquier lugar de la zona, mediante un único conjunto de instrumentos de pago y con las mismas condiciones, eficiencia y seguridad con que se realizan en el ámbito nacional.
Bajo una perspectiva geográfica, la SEPA abarca todos los países miembros (27) de la UE, así como Albania, Andorra, Ciudad del Vaticano, Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Montenegro, Noruega, Reino Unido, San Marino y Suiza,[3][4] lo que hace un total de 38 países.
[5] A partir de esa fecha ya no se podrían realizar operaciones en euros fuera del sistema SEPA.
Para contribuir a paliar esta situación nació la Zona Única de Pagos en Euros.
Las inversiones tecnológicas que deben acometer los intermediarios financieros para acometer el cambio son elevadas y muchas entidades, sobre todo las más pequeñas, se han mostrado reticentes porque hasta ahora han obtenido cuantiosos beneficios derivados de las comisiones financieras que supone el sistema existente.
En Alemania, estas pequeñas entidades han mostrado en varias ocasiones su rechazo a una rápida implantación[cita requerida] y los bancos franceses, que se benefician de altas tasas de intercambio en las domiciliaciones, también[cita requerida].
El informe calcula que las tasas interbancarias se abaratarían en 11.600 millones de euros con la SEPA en el mismo periodo.