Símbolos cristianos eran: el pez; objetos que se han datado como del siglo II d. C. que llevan figuras de pescado junto con la palabra griega para pescado, “ΙΧΘΥΣ (IKHTHUS o IKHTHYS)”, que se cree es un críptico para la expresión griega “Iesoús Christós Theoú Yiós Sotḗr”, que quiere decir “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.” Según The Interpreter’s Dictionary of the Bible, los pescados aparecían frecuentemente en el antiguo simbolismo pagano, a menudo aparte de escenas acuáticas.
“En tales casos,” dice, “parecería tener significado simbólico, posiblemente para representar una deidad, poder, fecundidad, etc.” Esta misma obra de consulta dice, además, que ciertos judíos adoptaron el símbolo del pescado de algunas costumbres religiosas gentiles, y agrega: “Es probable que las consideraciones mencionadas expliquen hasta cierto grado la aparición del pescado en el arte de las más antiguas catacumbas cristianas.
No sabemos cuándo llegó a ser interpretada la palabra griega para ‘pescado’ (ikhthys) como una cifra para ‘Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador’;[…] pero una vez que se hizo esta identificación, el pescado llegó a ser un símbolo cristiano normal”.
[1] Luego desde el siglo III empieza a haber representaciones más explícitas, como una joya en cornalina que muestra la crucifixión de Cristo junto a los doce apóstoles, del siglo III o IV d. C., procedente de la colección fotográfica y anotaciones del arqueólogo clásico sir John Beazley.
La veneración que empezó a tributárseles originó la construcción de capillas más amplias entre los estrechos pasillos subterráneos, a menudo superpuestos en varios pisos, e hizo que los cristianos se reunieran en ellas para celebrar los misterios de la fe.
Se iniciaba con el saludo tradicional: "Que la paz sea con vosotros" para continuar con el rezo de las letanías, que el pueblo contestaba a coro; seguían dos oraciones breves, diversas lecturas, canto de un salmo, y rezo y comentario del Evangelio.
Las palabras «cruz» y «crucifijo» provienen de las derivaciones del verbo latino cruciare, que significa "torturar".
En el s II se desarrolla el concepto teológico neoplatónico de la Cruz como límite del Pleroma.