[3] Dos veces en el Nuevo Testamento se hace una comparación explícita entre Jesús y Adán.
John Henry Newman utilizó la frase «Segundo Adán» en su himno «Praise to the Holiest in the height» [«Loor al Santísimo en las alturas»], que aparece por primera vez en The Dream of Gerontius [El sueño de Geroncio]: O loving wisdom of our God!
Así la cristología paulina de Adán involucraba tanto la obediencia del Jesús terrenal (Romanos 5:) y el papel de Cristo resucitado como dador del Espíritu (1 Corintios 15).
Si es así, Pablo estaría pensando aquí de Cristo como el Adán perfecto, con su humanidad expresándose a la perfección en la imagen divina.
En Colosenses 1:15, Cristo es llamado «la imagen (eikōn) del Dios invisible, el primogénito de toda creación».
Cualquier paralelismo con Adán, quien fue simplemente hecho a la imagen y semejanza divina, queda abandonado aquí.
7 que primero pone a Cristo con la comunidad de los seres humanos y su imagen colectiva, Adán.
Cristo pertenecía a la esfera eterna de la existencia divina (Filipenses 2:6), y se unió a la esfera humana (y adánica) solamente cuando él asumió otro modo de existencia (Filipenses 2:7), que ocultaba su apropiado ser (divino).
[6] Sin embargo, al hablar de Cristo como negándose a utilizar su divinidad para su propio beneficio o explotarla por sí mismo, el v.
[6] Ireneo (c. 130-200), en particular, hizo mucho para elaborar un mayor paralelismo antitético entre Adán y Cristo, con este último revirtiendo al fracaso del primero.