Romanos 8
[9] El fundador del metodismo John Wesley coincide en que Pablo «reanuda el hilo de su discurso» a partir de Romanos 7:1-7,[13] tras una digresión (en Romanos 7:8-25)[14] respecto al pecado y la Ley mosaica:[15] mientras que los teólogos Heinrich Meyer y Harold Buls se contentan con vincular la inferencia con el texto inmediatamente anterior: αυτος εγω τω μεν νοι δουλευω νομω θεου τη δε σαρκι νομω αμαρτιας| Yo mismo sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado|Romanos 7: 25, Nueva Versión King James[16][17]}}.[18] Meyer pasa a distinguir entre dos lecturas alternativas de «Ahora no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús»: Prefiere la primera lectura «como un hecho que se ha convertido en histórico» a la segunda, atribuida al teólogo luterano Johann Hofmann.[20] Jesucristo ha liberado del pecado y de la muerte a la humanidad, pero la pregunta es cómo debemos vivir esta nueva vida si todavía se es carnal, es decir, si la carne no se somete a la Ley de Dios.[24] Así, este breve pasaje sirve de transición entre la parte anterior y la siguiente.Sin embargo, Pablo revela que, gracias al Espíritu de Jesucristo, el hombre ahora tiene una nueva y más profunda relación con Dios.Jesús, el Hijo único y verdadero de Dios, permite que los cristianos, por la acción del Espíritu, participen en su vida divina.Esto se llama adopción filial, y por ello los cristianos pueden dirigirse a Dios como Jesús lo hacía: "¡Abbá, Padre!"Al ser adoptados como hijos de Dios, los cristianos no solo tienen una relación personal con Dios, sino que también adquieren el derecho de compartir su herencia: la vida eterna y gloriosa en el Cielo.Esta adopción no es simbólica, sino una participación real en la filiación divina, otorgada por la gracia.Debido al pecado de Adán, la creación quedó «sujeta a la vanidad» y corrompida.[40] La primera parte del Versículo 35, ya sea en su forma completa (latín: Quis ergo nos separabit a caritate Christi?)