Las aguas del río Rodiezmo surcan sus tierras, aprovechándose para el regadío de las mismas.
La primavera es corta, así como el verano, donde se puede llegar a superar los 30 °C.
Rodiezmo se fue despoblando poco a poco ya que muchos de sus habitantes buscaron mejores condiciones de vida en ciudades como Oviedo, Gijón, León, Barcelona o Madrid, así como en México.
En la actualidad tiene muy pocos vecinos durante todo el año, aunque aumente la población del pueblo en momentos puntuales, como puede ser el verano.
Se divide en varios barrios, como pueden ser la Collada, la Batentera, la Bajera o el Coladillo, y los nativos del pueblo son conocidos como curticeros, o corteceros, entre el resto de los habitantes de la comarca.
Desde 1979, en que por primera vez la campa de este bonito pueblo de la montaña leonesa acogió este encuentro lúdico-político, sólo dos ocasiones no se celebró esta tradicional fiesta.
En aquella época, era habitual que el pan se hiciera en la panadería del propio pueblo y, siempre según la leyenda, en la masa que se elaboró para aquel día, cayó una salamandra, envenenando el pan y falleciendo todos los habitantes.
El monumento escultórico está compuesto por cinco piedras, orientadas hacia Peña Laza, con inscripciones originales de Nuria Rubial y que abrazan una escultura obra de Nuria Ibáñez.
El mariquita era un chico vestido de chica, con ademanes afeminados que echaba perfume a los mozos y las mozas del pueblo a cambio de una propina.
A la hora de comer se dirigían a cualquier casa del pueblo, menos a la suya, donde eran invitados y al oscurecer llegaba el momento del baile, donde acababan los ritos con el inventario de las propinas recibidas que servían para fiestas y cenas durante la siguiente semana.
Aparece en un artículo publicado en la revista del Instituto de Estudios Argollanos Los Argüellos Leoneses.