Cecina de León

[1]​ La cecina aparece mencionada en diferentes relatos a lo largo de la historia.

[2]​ En el siglo XIX, Enrique Gil y Carrasco recogió las costumbres leonesas, entre las que se encontraba la producción y el consumo de cecina.

Por ejemplo, los arrieros maragatos, que pasaban largas temporadas fuera de casa, procuraban que los víveres durasen todo lo posible, por lo que además del salado y el curado, el ahumado fue habitual como forma de conservar las carnes.

[3]​ Para su elaboración, el producto debe pasar una auditoría anual que demuestre que cumple con una serie de requisitos con le confieren su exclusividad.

Además, el proceso, que consta de seis fases —perfilado, salado, lavado, asentamiento, ahumado y secado o curación— se debe prolongar como mínimo durante siete meses.