Allí transcurría veladas jugando al billar o a juegos de naipes como el truco; en el ínterin, sin dejar sus actividades lúdicas, se hacía servir un plato consistente en estrechas fetas de jamón serrano cordobés, saltado o sofrito con arvejas y huevos.
Más allá de las leyendas respecto a su origen en Argentina, no existen dudas acerca del lugar donde se lo preparó por primera vez en Montevideo.
En una ocasión, un comensal habitué, Ramón Mérica, periodista del diario El Día, le sugirió que preparara un Gramajo.
Ibarra siguió las directrices del reportero y poco después humeaba sobre la mesa el primer Gramajo elaborado en un establecimiento montevideano, donde a partir de ese momento se hizo muy popular en la ciudad.
[4][5] Versiones más sofisticadas del revuelto Gramajo realizadas a partir del siglo XX pueden incluir arvejas, morrón, ajo, aceitunas, panceta, cebolla, setas, palmitos, palta, mariscos, pechuga de pollo o, si no, pavita y adobo o perejil.