La revolución acaba con 1795 por la desaparición del principado y su incorporación a la Primera República francesa.Se observa igualmente que la Revolución liejense acabará en la unión del Principado a Francia, así como que los liejenses no participaron en la Revolución brabanzona ni en los Estados Unidos de Bélgica.El príncipe-obispo Francisco-Carlos de Velbrück (1772-1784), espíritu emancipado, se mostró favorable a los filósofos y dejó difundirse las ideas nuevas.Además, la situación del pueblo llano era poco envidiable: el paro y la mendicidad hacían estragos; esta penuria hizo que se elevasen voces que reclamaban cambios políticos y más justicia social.El advenimiento al trono episcopal de este soberano autoritario hostil a cualquier reforma atizó la rebelión que se incubaba.Gran parte de los patriotas liejenses tuvieron que refugiarse en Francia y sus propiedades fueron confiscadas por el príncipe-obispo.La Francia revolucionaria y libertadora tuvo sus partidarios más convencidos entre estos exiliados liejenses.Los rigores y las torpezas de la restauración episcopal (1791-1792) crearon condiciones propicias para el establecimiento del régimen francés en un país tradicionalmente inclinado hacia Francia desde el siglo XV y donde la Ilustración había sido difundida por personajes como Pierre Rousseau.Mucho más importante que estas manifestaciones momentáneas de alegría, fue la colaboración efectiva que los franceses encontraron desde los primeros tiempos entre la población y sus dirigentes, por ejemplo la instauración de una asamblea elegida por sufragio universal.El documento incluía las condiciones que la municipalidad deseaba imponer en la votación sobre la unión.En la ciudad de Lieja se registraron nueve mil setecientos votantes, lo que representaba el 50 % del censo electoral previsible.El voto en favor de la unión destaca cuando se compara con las cifras de la participación conocidas en los antiguos Países Bajos meridionales: tres mil votantes a Mons y dos mil en Gante.La revolución brabanzona se hizo contra el despotismo reformador de José II.El último príncipe-obispo, François-Antoine-Marie de Méan, partió al exilio en Alemania.
Imagen de la Catedral de Notre-Dame-et-Saint-Lambert (Lieja), Revolución de Lieja
El centro de Lieja en el siglo
XVIII
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François-Antoine-Marie de Méan, el último príncipe-obispo de Lieja.
El general francés Dumouriez, vencedor en
Jemappes
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Los Países Bajos Austriacos (en amarillo pálido) y el principado de Lieja (gris).