Primer golpe de Estado de José Miguel Carrera

El movimiento tuvo como líderes militares a los hermanos Carrera, destacando entre ellos José Miguel, quien se convirtió posteriormente en el personaje principal de la llamada Patria Vieja chilena (1810-1814).Fue recibido en Valparaíso por el Gobernador Juan Mackenna, quien lo puso al tanto de los eventos que estaban ocurriendo en Santiago, y de inmediato se puso en marcha hacia la ciudad capital, llegando el día 26 en la noche.[1]​ Sin embargo, a su llegada a Santiago se encontró con la noticia de que para las próximas horas se estaba gestando un movimiento revolucionario, liderado por su hermano, Juan José Carrera:[n 6]​ Sin embargo, en un primer momento, José Miguel Carrera, indicó a sus hermanos apartarse de las intenciones de los exaltados, y procuró ahondar en las motivaciones de los patriotas para realizar el movimiento, a lo cual respondieron: Al conocer las intenciones, Carrera en un primer momento sugirió que se reuniera al pueblo junto a los Granaderos para que desde allí se solicitasen las medidas correspondientes, pero se indicó que el pueblo era demasiado tímido y no se juntaría.Tal como él menciona en su Diario Militar, le pareció que debía tocar todos los medios posibles para evitar un paso perjudicial, y para ello se dirigió personalmente a hablar con el presidente del Congreso Nacional, Manuel Pérez de Cotapos, quien sin embargo no atendió a sus peticiones de acceder de modo pacífico a las demandas.Esto conllevó a que los patriotas, liderados por Juan Martínez de Rozas, buscaran increpar continuamente a sus opositores políticos, siendo la primera y principal disputa la modificación de la intención original de elegir 6 diputados por Santiago, pasando a 12, favoreciendo las intenciones realistas, puesto que salvo la primera mayoría que la obtuvo el patriota Joaquín Echeverría Larraín,[3]​ el resto de escaños se lo adjudicaron realistas y sobre todo indiferentes.[4]​ Sin embargo, Rozas era un hombre no muy querido por la aristocracia santiaguina y cuestionaba una serie de acciones que este había realizado a lo largo del último año, como lo era el escándalo del Scorpion, su estrecha alianza con Álvarez Jonte y su presumible responsabilidad en el motín de Figueroa.Sin embargo, al ser cerca del mediodía, José Miguel Carrera llegó junto a sus hermanos a los exteriores del cuartel de artillería con su impecable y lujosa vestimenta, montando su caballo, por lo que llamó la atención de todos los centinelas que realizaban la guardia.Momentos después que entró el oficial a la pieza, el capitán de artillería Luis Carrera, cerró con llave la pieza para dejar al oficial encerrado y junto a otros oficiales se puso delante del armamento del retén con su espada desenvainada para evitar que cualquier soldado tomara su fusil.Inmediatamente José Miguel Carrera despachó a Juan J. Zorrilla con 12 hombres para detener al comandante Reina, y evitar así que la revolución se viera entorpecida.[1]​ Una vez que se hubo consumado el golpe militar con la toma del cuartel de artillería, José Miguel Carrera organizó a sus artilleros y granaderos en una fila más cuatro cañones que tomó del cuartel y se puso en marcha a la plaza mayor (actual Plaza de Armas).Exigió que los congresistas escucharan al pueblo, pero el presidente de la corporación le pidió que lo acompañara para escuchar las peticiones, sin dejar de haber curiosas anécdotas, como las que expresa Carrera en su Diario: Cuando salió Carrera nuevamente a la plaza, comunicó a los congregados la intención del Congreso de escuchar sus peticiones.[13]​ En el acto llegaron Fray Joaquín Larraín, Carlos Correa, Francisco Ramírez y parte de los diputados exaltados que se habían retirado el 9 de agosto, quienes le entregaron a Carrera un papel que contenía las peticiones del pueblo, en donde se encontraban las peticiones que los Larraínes habían prediseñado.Algunos, como Juan Egaña, vieron que los insurgentes utilizaban al pueblo como excusa para llevar a cabo su movimiento,[17]​ otros sostuvieron que sólo el Congreso tenía la representatividad del pueblo y trataron de hacer valer sus fueros.[21]​ De esta forma el movimiento patriota, instintiva y paralelamente, había logrado dar dos golpes feroces a la entonces mantención del statu quo que predominaba en el Congreso.Pues como reconoce el mismo Carrera, fueron ellos quienes llevaron a cabo todo el trasfondo de la asonada militar y quienes sacaron y pusieron gente en el Congreso gracias a la intervención de los Carrera, en parte debido a su mayor manejo político, en parte por la falta de un conocimiento pormenorizado de las redes políticas que operaban en el país.
Los hermanos Carrera fueron quienes utilizando el poder militar que controlaban, dieron un impulso importante en aras de instalar las ideas independentistas en el seno del proceso de emancipación del Imperio Español.
El Primer Congreso Nacional de Chile estuvo entrampado en un comienzo en las disputas existentes entre exaltados y sarracenos. Estos últimos, junto a los moderados, se oponían a romper con la metrópoli, aunque aceptaban aprobar algunos avances, como la libertad de comercio.
Juan Martínez de Rozas fue durante mucho tiempo el líder de la facción exaltada. Sin embargo, el continuo desgaste de su figura y la incapacidad de torcerle la mano a la mayoría realista y moderada, lo hicieron desistir de continuar la lucha política en Santiago y por ello viajó a Concepción.
Juan José Carrera era quien tenía a cargo la acción de los setenta granaderos. Producto de un disparo suyo ocurrió la única muerte de toda la revolución.
Luis Carrera , capitán de artillería, fue el encargado de encerrar en su cuarto al oficial de guardia del cuartel para así asegurar junto a otros oficiales que los guardias no tomaran posesión de sus armas.
Fue en la Plaza de Armas de Santiago donde el pueblo se congregó para aceptar las propuestas que Carrera entregó al Congreso. Según el cronista Manuel Antonio Talavera, la turba de facciosos no consistía en más de 30 personas.
Juan Egaña vio que el movimiento utilizaba la figura del pueblo sólo como una excusa para alcanzar el poder.
Martínez de Rozas marchó hasta Concepción para promover sus ideas exaltadas. En esta ciudad su discurso tendrá gran aceptación y el día 5 de septiembre se llevaría a cabo un Cabildo Abierto rechazando a los doce diputados por Santiago.
Fray Joaquín Larraín fue quien en realidad realizó toda la conspiración en contra del Congreso, y para ello utilizó a José Miguel Carrera. Tiempo después ambos personajes se enemistaron y Carrera envió al exilio a fray Joaquín Larraín.