Resistencia italiana

Sus miembros tenían una procedencia social e ideológica muy diversa: la Resistencia se nutrió de las fuerzas armadas del Reino del Sur, de voluntarios, de miembros de los partidos políticos (democristianos, comunistas, liberales, socialistas), miembros del Partito d'Azione, del Partido Popular Italiano, monárquicos, anarquistas, etc. Se opusieron política y militarmente a la ocupación nazi y a la República Social Italiana (RSI) fundada por Benito Mussolini.

Hubo movimientos antifascistas, incluso armados, desde los años veinte, alentados en particular por las fuerzas de izquierdas (socialistas, comunistas, anarquistas, sindicalistas).

El secuestro y asesinato en 1924 del socialista Giacomo Matteotti, polémico diputado que se había enfrentado duramente al Partido Nacional Fascista, fueron atribuidos (sin que nunca se haya llegado a demostrar) a la orden de Mussolini.

En estos momentos la oposición empezó a organizarse en la clandestinidad, tanto en Italia como en el extranjero, creando una rudimentaria red de enlaces y echando las bases de una estructura operativa que potencialmente podía armarse y practicar la lucha violenta.

El CLNAI estuvo presidido entre 1943 y 1945 por Alfredo Pizzoni y coordinó la lucha armada en la Italia ocupada: esta lucha se llevó a cabo con brigadas y divisiones de partisanos, entre las que estaban las Brigadas Garibaldi (constituidas a iniciativa del Partido Comunista), las Brigadas Matteotti (vinculadas al Partido Socialista), las Brigadas Giustizia e Libertà (del Partito d'Azione), las Brigadas Autónomas (compuestas principalmente por exmilitares y sin clara afiliación política, aunque a menudo simpatizaban con la monarquía y con ideas imperialistas -como los llamados badogliani-; en otras ocasiones se mostraron expresamente apartidistas -fue el caso del XI Zona Patrioti del comandante Manrico Ducceschi, «Pippo»-).

El caso más famoso de adhesión a la lucha partisana fue la del capitán Rudolf Jacobs.

En la Italia centro-meridional, donde había zonas liberadas que habían quedado bajo el gobierno del rey Víctor Manuel III (aunque, de hecho, eran los Aliados quienes las administraban) se reunieron los principales dirigentes políticos que desde allí coordinaban las acciones militares partisanas, a veces cooperando con el ejército aliado (por ejemplo, en la acción de empuje de las tropas alemanas hacia la línea Gustav).

Algunos estudiosos rebajan drásticamente esta última cifra: no todos serían verdaderos combatientes, sino simpatizantes que habían dado apoyo y refugio a los guerrilleros.

Estos guerrilleros ejercían el poder local en muchas zonas rurales de forma autónoma, sin depender del gobierno central y a menudo en abierta oposición a las directivas emanadas del Comité de Liberación Nacional.

Por otra parte, debe tenerse presente que en los grupos partisanos no siempre estaba claro el límite entre la actividad armada de carácter político y la criminalidad común: las brigadas partisanas debieron recurrir, en ocasiones, al robo para financiarse o comprar armas; no siempre las personas que se unían a la Resistencia lo hacían por motivaciones políticas, sino de conveniencia individual (sobre todo desde fines de 1944).

Ya en la fase final de la guerra se evidenciaron dentro de la Resistencia fisuras por la diferente concepción que cada corriente ideológica tenía sobre cómo debía configurarse política y económicamente el nuevo Estado italiano que surgiría tras la derrota nazi.

Paradójicamente, estas aspiraciones no se correspondían con las de los dirigentes socialistas y comunistas: entre estos últimos, Palmiro Togliatti había impuesto (no sin oposición de las bases) una línea moderada en el Partido Comunista Italiano y declaró que, en aquellos tiempos de guerra contra el fascismo, era secundaria la cuestión sobre el futuro republicano o monárquico del país.

Esta parte revolucionaria de la Resistencia no aceptaba que su papel armado terminara con la victoria de abril: exigían que la guerra debía continuar, ahora como lucha revolucionaria contra todos los derechistas (ya sea ex fascistas o no).

Estos grupos cometieron numerosos crímenes y se produjo una situación cercana a la guerra civil de baja intensidad que se mantuvo hasta las elecciones del 18 de abril de 1948, cuando el Partido Socialista Italiano (izquierda moderada) y la Democracia Cristiana (derechista) alcanzaron el poder y acordaron la alternancia en este.

Muchos de estos guerrilleros comunistas se refugiaron entonces en países del bloque soviético, sobre todo en Checoslovaquia y Yugoslavia.

Algunos de los episodios más sangrientos en el seno de la Resistencia son los siguientes: Al final de la guerra, la República quiso premiar con la medalla del mérito militar no solo a los combatientes individuales que se hubieran distinguido por su heroísmo, sino también a instituciones territoriales, ciudades, municipios, regiones y universidades que se habían opuesto al fascismo o que habían sufrido especialmente sus consecuencias.

Bandera de los Arditi del Popolo . Este grupo formó parte de la Resistencia italiana. Su símbolo era el hacha que corta los fasces (símbolo, a su vez, del fascismo ).
Un grupo de partisanas italianas que pertenecían a la resistencia.
Control de documentos por un soldado alemán en Italia (1944).
Bandera del CLN.
Escudo de la República Social Italiana , Estado presidido por Benito Mussolini , contra el que combatieron los partisanos.
Cadáveres de los llamados «Tres mártires», los partisanos Mario Capelli, Luigi Nicolò y Adelio Pagliarani, ejecutados el 16 de agosto de 1944 en Rímini por los nazifascistas.
Monumento a la Resistencia antifascista italiana en la Ciudad de México , México.