El marco dialéctico para toda la discusión se presenta como una tríada inconsistente, las cuales las tres siguientes proposiciones no pueden ser verdaderas al mismo tiempo:[6] El origen del realismo indirecto surge con el racionalista Rene Descartes y el empirista John Locke al rechazar la afirmación de que los objetos físicos son los objetos directos de percepción.
Citando a David Hume: nada está directamente presente en la mente en la percepción, excepto las apariencias perceptivas.
Son conscientes de que los sentidos pueden inducir a error por ilusión y engaño.
Descartes creía que podía dar un argumento para pensar que algunas experiencias perceptivas eran verídicas, al construir un argumento a priori para la fiabilidad de la percepción mediante la existencia y la perfección de Dios.
[16] En la filosofía contemporánea, el realismo indirecto ha sido defendido por Edmund Husserl y Bertrand Russell.
Russell pasó a aplicar el método del análisis lógico al dominio de las ciencias empíricas y de los objetos físicos y publicó los resultados ese Our Knowledge of the External World (Nuestro conocimiento del mundo exterior).
[18] Algunos filósofos han pensado que la consciencia y la representación son lo mismo o están muy relacionadas.
Las críticas al realismo indirecto se centran en la ausencia de pruebas para demostrar el mundo físico quedando solo como una hipótesis y la idea poco intuitiva de que las perfecciones no nos pone en contacto con el mundo físico.
Además, el realismo indirecto postularía la existencia de un "velo de percepción", una cortina que se interpone entre nuestra conciencia y el mundo, con consecuencias metafísicas, epistemológicas y semánticas inaceptables para los defensores del realismo directo.
La consecuencia metafísica sería el dualismo, el retorno a la idea de que hay entidades no físicas.