El caso más sonado de este tipo de eventos es el del Sildenafil, que se empezó a estudiar su efecto antihipertensivo y terminó empleándose en la disfunción eréctil.
Aunque el número de estudios clínicos requeridos para reutilizar estas drogas pareciera ser menor, el solicitante debe realizar ensayos clínicos con respecto de la eficacia (por ejemplo, para la nueva indicación) y, a veces también por seguridad (por ejemplo, cuando las dosis son superiores a las aprobadas para la indicación original).
La carga financiera que recae sobre el solicitante, excede el rango del millón de dólares.
[6] Aunque estos trastornos plantean colectivamente importantes problemas de atención médica, las compañías farmacéuticas requieren incentivos gubernamentales para desarrollar medicamentos para enfermedades raras debido a que representan un mercado individual extremadamente limitados.
[9] También las tecnologías de cultivo celular tridimensional (3D), que se asemejan más a los entornos de células in vivo, se están siguiendo ahora con intensidad, ya que se espera que admitan una mayor precisión en el descubrimiento de fármacos.