Por lo tanto, lo que se puede reconstruir es una religión de Estado condicionada por el poder real y sus necesidades ideológicas.
De carácter katenoteísta, esta se fundamenta en la antigua mitología persa, la cual tuvo cierta influencia en el posterior zoroastrismo.
Las tablillas de Persépolis hacen alusión a otras divinidades iranias: Zurvan, Mizdushi, Naryasanga, etc.
Hay conceptos avésticos que aparecen en los textos aqueménidas, pero con otras connotaciones: la mentira avéstica (druj-), opuesta a la "verdad", "justicia" (aṧa-), aparece en las inscripciones reales como drauga-, pero califica al acto de traición, de rebelión contra el Gran Rey.
Si bien existen numerosos puntos en común entre la religión aqueménida y el zoroastrismo, también hay divergencias, debidas en parte a las finalidades ideológicas de la realeza.
La religión aqueménida, aunque conserva a las principales divinidades de la tradición irania, fue influenciada por los cultos elamitas con los que los persas entraron en contacto desde que se establecieron en Fars, esto es, la parte oriental de las antiguas tierras elamitas.
No se sabe hasta qué punto esto pudo haber influenciado a la religión de los persas.
[7] Los Visai Baga ("Todos los Dioses") son una entidad colectiva que presenta similitudes con el Rig Veda.
Esto indica que, por lo tanto, una gran parte del culto persa se realizaba al aire libre.
[9] Resulta imposible saber con exactitud en qué lugares los persas aqueménidas llevaban a cabo sus sacrificios.
Los grandes jardines persas, los llamados "paraísos" (paridaida), pueden haber tenido una función religiosa, acaso herencia de los bosques sagrados elamitas (husa).
Al contrario de lo afirmado por ciertos autores griegos, el rey nunca fue considerado un dios, aunque es cierto que poseía un lugar privilegiado entre los hombres.
[11] Tal como atestiguan las tablillas de Persépolis, el palacio real financiaba los sacrificios a las diferentes divinidades allí mencionadas.
Si bien las tablillas persepolitanas hacen alusión a un personal especializado en el culto, sus funciones son difíciles de determinar.
[14] La importancia del Fuego es puesta de relieve en primer lugar por los escritores griegos que describieron los cultos persas.
Por otra parte, ningún templo aqueménida consagrado al Fuego ha sido descubierto, ni existen alusiones en los documentos persepolitanos.
De hecho, Ahura Mazda no es venerado más que por los persas en el núcleo imperial.
En las demás regiones del imperio, los reyes se presentan como los sucesores y continuadores de las tradiciones locales.