Regañá

Existen de varios formatos, así como sabores, con ajonjolí (nombre andaluz para el sésamo), etc.; suelen ser fabricadas por los panaderos y venderse en las panaderías, y existen máquinas específicas para fabricarlas.

Estas preparaciones de pan duro, que eran llamadas indistintamente galletas o bizcochos, fueron la base de la alimentación en los barcos, porque a diferencia del pan normal, podían conservarse durante semanas.

El nombre proviene del sonido que provoca al ser mordida (y de ahí la expresión «a regañadientes»),[3]​[2]​[5]​[6]​ y en otros lugares hispanos regañada hace referencia a preparaciones de pan que también son finas y crujientes, como las regañadas mexicanas.

La Real Academia también acepta válida la forma regañada para referirse a la preparación sevillana,[7]​ aunque localmente es poco habitual llamarla así.

Se mezclan la harina de trigo con agua, sal y masa madre (del día anterior) y se amasa hasta formar una masa homogénea, para acto seguido refinarla con un rodillo haciendo varios pliegues, hasta que la masa esté dúctil y sedosa.

La regañá original es fina, dura, plana, punteada y ligeramente enharinada.