Esto ha facilitado la erosión del río en el valle y el acarcavamiento de las laderas, sobre todo en la cabecera.
Las principales aportaciones hídricas al río Miera en este tramo medio proceden de importantes cauces subterráneos que afloran en general a nivel del valle.
El cauce bajo del río recorre los llanos costeros, con colinas muy suaves y llanuras formadas por aluviones que el propio Miera fue dejando desde el Terciario.
En cuanto al promedio interanual, los caudales medios trimestrales más altos se corresponden con el cuarto trimestre (octubre, noviembre y diciembre) con cifras por encima de los 11 015 m³/s, mientras que los caudales medios mensuales más bajos se asocian con el periodo de estiaje, entre julio y septiembre con valores en torno a los 2683 m³/s.
No obstante, las características de un valle glaciar han sido modificadas en algunos puntos por el carácter torrencial del río Miera en su cabecera.
La cuenca alta del Miera está conformada por un relieve abrupto y poco apto para el hábitat humano.
El valle medio del río Miera, que coincide sustancialmente con el municipio de Miera, se encuentra encajonado entre los abruptos lapiaces cársticos de Porracolina, al este, y Las Enguizas, por el oeste, ambos pertenecientes al Complejo Urgoniano.
En ambos bloques calizos se desarrollan importantes fenómenos de carstificación en los que han sido realizadas exploraciones espeleológicas relevantes en sus complejos y desarrollados laberintos de las cuevas del Alto del Tejuelo.
[5] En el curso bajo pueden destacarse, entre otras, las cuevas con ocupación prehistórica de La Fuente del Francés (Hoznayo), La Garma (Omoño) y Los Moros (San Vitores).
Mientras que la cabecera del río apenas presenta afecciones importante, la zona media, entre Linto y La Cavada, destaca por el número de alteraciones de la continuidad, sobre todo doce puentes y dos azudes localizados en Liérganes, que provocan una alteración importante del flujo de agua y del régimen hidrológico en dicha zona.
En cuanto a la fijación de márgenes, el encauzamiento en esta zona del río supera los 2 km.
Pinturas halladas en la cueva del Salitre, testimonian también la presencia de grupos humanos durante el solutrense (19 000 a. C.) y el magdaleniense (15 000 a.c.
Liérganes aparece como lugar de behetría, donde sus labradores pueden escoger su propio señor y pagar los tributos en especies.
[12] En el siglo XV el valle del Miera sigue poblándose, desarrollando en las zonas altas, una ganadería extensiva de vacuno, porcino, ovino y caballar, en campos rozados mediante el fuego.