Esta celebración representa el inicio de las fiestas navideñas en aquellos municipios donde se realiza.
En 1760, el papa Clemente XIII nombró a la Inmaculada Concepción patrona de España.
Finalmente, en el año 1854, el papa Pio IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción.
Para esa época, los festejos en torno a la Inmaculada ya gozaban de una larga tradición en muchas localidades andaluzas.
Antiguamente los niños recopilaban todo aquello susceptible de ser quemado, como maderas o cartones, siendo habitual aprovechar la ocasión, como en otros rituales de renovación y purificación, para quemar la ropa y los muebles viejos.
La unión de ambos actos terminó en la celebración actual, sustituyendo las plantas herbáceas por el gamón común.
A finales del siglo XX esta tradición experimentó una bajada en el seguimiento de la celebración por parte de la población, por lo que el ayuntamiento decidió organizar un concurso para fomentar su permanencia, revitalizando así la tradición.
Desde entonces, muchas candelas son adornadas con guirnaldas, banderolas, muñecos o maquetas.