Son múltiples las fechas que se han venido barajando para situar en el tiempo esta fachada.
Jacques Lacoste la sitúa entre 1170 y 1180 pero los últimos estudios afirman que debió realizarse en torno a 1160-1170.
[3] Sea como fuere, la portada debe entenderse en un contexto de renovación escultórica que se llevó a cabo durante la segunda mitad del siglo XII.
A ambos lados de este motivo se extiende el Apostolado bajo arcos trilobulados separados por columnas.
[6] Aparecen en ella dispuestos de forma radial veintidós personajes flanqueados por dos leones sobre los salmeres.
Siguiendo el análisis de Mariño para aproximarnos a ellos:[7] La primera figura, empezando por la izquierda, es un pañero.
El séptimo se desmarca de sus compañeros debido a que no realiza ninguna actividad.
El noveno personaje, Mariño y Guinea coinciden, es un escriba que redacta un códice apoyado en sus rodillas.
Aparece este personaje, de sonrisa dulce y soñadora, vestido con elegante brial largo.
La siguiente figura es un juez con bonete, maza en alto y ceño fruncido que se mesa la barba debiendo aquí entender el gesto como atributo, como advierte Moralejo.
Sobre el primero no hay acuerdo, García Guinea señala que seguramente sea un cerrajero.
Este personaje viste una saya corta, manto sujeto al hombro como si fuese una clámide y un elegante capillo.
Los tres personajes siguientes, no solo no representan oficio alguno sino que se presentan formando una escena: dos hombres, vestidos con saya larga y cofia, se enfrentan con escudo y maza mientras una mujer los contempla cubriéndose parcialmente el rostro.
A continuación aparece otro grupo, esta vez formado por un juglar con brial corto tocando la viola y una bailarina en plena pirueta frenética.
En lo relativo al capitel de la izquierda se observa, en la cara exterior, a dos figuras con hábito y manto, introduciendo una mano en el prótomo de león con fauces abiertas y con la otra sujetando por la capa a un patético personaje.
Un motivo poco común, quizás justificable o en relación con la presencia jurídica de la arquivolta.
Las figuras que flanquean al personaje serían, por lo tanto, la Virgen y San Juan.
García Guinea, por su parte, afirmó que en este capitel se representaba "el triunfo del alma justa".
Esta Maiestas Domini presenta a Cristo en actitud de bendecir, portando las Escrituras en la mano izquierda.
El Apostolado, muy maltratado, aparece bajo arcos trilobulados y tras ellos la Jerusalén Celeste, siguiendo motivos miniados.
La distinta factura ya fue señalada por Gómez Moreno debiendo sustraer de la acción del artista principal ciertas esculturas del Colegio Apostólico (cuatro o cinco, no se ha llegado a acuerdo) y algunas figurillas de la arquivolta.
En resumen, nos encontraríamos ante dos artistas de excelente calidad, quizás con una formación común y, sin lugar a dudas, con distintos temperamentos.
Quizás lo más correcto no sea encontrar la dependencia sino valorar la capacidad de asunción y creación de los artistas que trabajan en Carrión en particular, y en la península en general, hacía la segunda mitad del siglo XII.