[1] Hacia fines del siglo XVIII se consolidó en la zona de La Frontera, en torno al río Biobío, un espacio de interacción e intercambios comerciales entre españoles y mapuches.
El desarrollo de la platería alcanzó su punto máximo hacia finales del siglo XIX.
[8] Las joyas y ornamentos personales son parte importante del ajuar de las mujeres.
Son mucho menos significativas las joyas destinadas a las manos, como anillos o brazaletes.
Algunos diseños evocan especies vegetales como el copihue, representado repetidamente en los colgantes cónicos, el chilco y el canelo, árbol sagrado en la cultura mapuche.
Algunos autores señalan que las representaciones florales guardan relación con la edad y el estado civil de la mujer: los capullos cerrados corresponden a las niñas o jóvenes solteras y las flores abiertas a las mujeres casadas o de mayor edad.
[12] Son muy frecuentes las representaciones de aves, tanto en decoraciones grabadas o buriladas como en pequeños colgantes macizos.
Otras aves más pequeñas, como tórtolas o colibríes, aparecen en ciertas piezas representando a la mujer y al hombre respectivamente.
[15] En el plano espiritual, las joyas utilizadas en la cabeza o sobre el pecho durante las ceremonias religiosas, —como los trariloncos y trapelacuchas por ejemplo—, pueden representar un elemento protector en una instancia ritual donde el objetivo es el contacto con lo sobrenatural.
[16] Las joyas utilizadas durante las ceremonias religiosas tradicionales o en otros momentos importantes suelen pasar de madres a hijas.
[13] Las piezas se obtienen en muchos casos a partir de diversos elementos individuales, creados con distintas técnicas y combinados en el armado final.