Estos últimos suelen ser usados agrupados o individualmente, mientras que las cuentas se emplean agrupadas, “cara con cara”, conformando collares de hasta cientos de piezas.
[1] En algunos casos, se crea algún medio de suspensión o amarre para ser engarzados, en cuyo caso se los suele utilizar en el sector del cuello, pecho o la cabeza.
Se han planteado antigüedades para los primeros colgantes de adorno que van desde los 240 a 106 miles de años antes del presente en la cueva Misliya en Israel,[2] asociados a Homo sapiens modernos tempranos.
[3] En general y desde los primeros registros arqueológicos de pendientes con fines ornamentales, solían estar asociados fundamentalmente a los collares, y estaban hechos sobre diversas materias primas, como piedras, huesos, fósiles, conchas o dientes de animales.
Posteriormente, también comenzaron a ser elaborados con metales preciosos en civilizaciones del Antiguo Oriente y Egipto como la plata y el oro o piedras preciosas.