Pintura románica en Cataluña

A lo largo del último tercio del siglo XX los nuevos hallazgos de pinturas románicas en Cataluña y el estudio de las mismas vinieron a dar soluciones positivas sobre cronología, autores y estilo.

Los códices más antiguos muestran en sus miniaturas un estilo con influencias de tradición autóctona, carolingia y mozárabe.

El códice catalán más antiguo de que se tiene noticia es el Liber Iudicum iluminado por el barcelonés Iudex Homobonus en 1012.

El monasterio de Ripoll fue un foco cultural importantísimo que alcanzó su gran desarrollo en los tiempos del abad Oliba.

Anteriormente con el abad Arnulfo (948-974) se había creado un escritorio propio donde trabajaron los iluminadores que llegaron a formar una verdadera escuela.

Los códices miniados procedentes de esta catedral son del mismo estilo que los anteriores.

Este monasterio fue víctima de guerras y expoliciones que le redujeron a una casi total ruina.

Otras estaban a la vista decorando los muros laterales o bien ocultas tras la capas de cal con que blanquearon las iglesias en el Renacimiento.

[7]​ En la segunda mitad del siglo XII aparecen otras pinturas con sus correspondientes maestros.

En el muro puede verse un apostolado y en el zócalo el tema del Nacimiento de Jesús.

Están pintadas a modo de retablo sobre las paredes que cierran el ábside mayor.

A continuación remataban al temple y creaban los elementos lineales con negro.

Se adaptaban perfectamente a los espacios, ya fueran bóvedas, arcos, frisos o columnas.

Las escenas representadas se refieren tal vez a la cruzada contra Barbastro en 1061.

En este ciclo arcaico se integraron también las pinturas halladas en Olèrdola, en la pequeña ermita circular del Santo Sepulcro, de 1060.

Se incluyen dentro de esta escuela a algunos pintores cuyos frescos muestran unas características afines y singulares.

Los temas iconográficos son escenas narrativas sobre la Biblia y vida de santos.

No se conocen fechas por lo que su estudio se ha desarrollado de acuerdo con las fórmulas estilísticas y el lugar y circunstancias donde hayan sido encontradas estas obras, que por otra parte constituyen un material abundante.

Los imagineros y los pintores trabajaron juntos en muchos casos, consiguiendo con ello un acabado perfecto de la obra.