La mayor parte de estos trabajos se han perdido hoy en día, sobreviviendo escasos fragmentos citados precisamente por sus oponentes.
La Iglesia ortodoxa, por su parte, no ha llegado nunca a pronunciarse sobre el tema, pasándolo por alto.
La rápida difusión del pelagianismo en torno a Cartago, zona donde San Agustín tenía su principal base, hizo que este y sus seguidores fueran quienes atacaran de forma más pronta y dura las doctrinas de Pelagio.
Debido a la oposición surgida en África, Pelagio abandonó Cartago y se instaló en Palestina, donde ofreció su amistad al obispo Juan de Jerusalén.
Tras leer la carta, Zósimo (mucho menos estricto que su predecesor) le declaró inocente.
En la actualidad, la Iglesia católica sigue defendiendo los ocho primeros puntos, pero rechaza el noveno al considerar que los niños que mueren sin ser bautizados "quedan confiados a la misericordia de Dios"[1].
San Agustín se convirtió efectivamente al cristianismo desde el maniqueísmo, doctrina que sostenía la existencia de un espíritu puro creado por Dios en oposición a un cuerpo corrupto y malvado, no creado por este de forma directa.
Pelagio discutió la idea de que los humanos pudiesen ser condenados al infierno por hacer algo que en realidad no podían evitar, el pecado, y la identificó con ideas típicas del maniqueísmo, como el fatalismo y la predestinación, totalmente ajenas al concepto de libre albedrío de la humanidad.
Tal idea, sin embargo, no era original de Pelagio y ya en la misma época era defendida en mayor o menor medida por varios pensadores, entre los que no faltaban algunos enfrentados a los pelagianistas por otras cuestiones.
Pelagio empleó la carta de respuesta para defender su discurso sobre la moralidad, enfatizando sus ideas sobre la santidad del hombre y su capacidad para elegir una vida donde primase ésta.
The Pelagius Book, de Paul Morgan, es una novela histórica que presenta a Pelagio como un refinado humanista que enfatiza la responsabilidad del individuo frente al fatalismo feroz de san Agustín.
En cuanto al cine, la figura de Pelagio aparece empleada como macguffin en la reciente película El rey Arturo: La verdadera historia que inspiró la leyenda (King Arthur, 2004) dirigida por Antoine Fuqua,[4] donde se menciona que fue el mentor del joven Arturo.